Bernard sabe lo que cobra cada mes. El puesto que tiene en la empresa familiar, y por lo tanto su sueldo, no da para muchos lujos. Tampoco él ha hecho mucho por cambiar esta situación. Su empleo y por ende, la empresa familiar, nunca le han interesado demasiado. Él no tiene madera de empresario, él iba a ser biólogo. Pero las circunstancias de la vida le hicieron abandonar su carrera, ser padre demasiado joven, entrar en la empresa familia.... en definitiva, cambiar el rumbo de su vida. O mejor dicho, dejar que los demás lo tomaran.
Pero llega un día en el que al recoger el correo le pica la curiosidad. “Los gastos de esta casa en la que vivo, los paga mi madre, pero nunca me he preocupado por saber a cuánto ascienden.” Así que abre las facturas y descubre, no sólo que esos gastos son espectaculares (anualmente su sueldo íntegro de.... ¿diez, quince años?), sino que no debe permitir que eso siga pasando.
Y toma una decisión. Van a mudarse. Y eso no es todo. También decide que la casa la va a buscar él y él la va a mantener. Toda un acto de rebeldía para alguien que jamás se ha atrevido a hacer nada sin el consentimiento de su madre.
Junto a Clive y a su perra Sofía, Bernard recorre Moresby en busca de una casa que se pueda permitir con su precario sueldo.
Encontrarla finalmente no ha sido tan difícil. Convencer a Alina de que es lo mejor para ellos se presenta más complicado, aunque no imposible.
A su madre no se lo cuenta hasta que es un hecho consumado. Sabía que Maude no le iba a dejar actuar y, aconsejado por León, lo ha llevado todo en secreto hasta el último momento. Aún así ésta ha intentado por todos los medios intervenir, al menos en la mudanza. Pero lo único que ha conseguido Maude con su intromisión es precipitar las cosas.
Bernard, Alina y Clive y su mascota Sofía estrenan casa en una de las ciudades más pobres de Hooba Noobie.
Los amigos acuden a ayudarles con la mudanza y juntos decoran y ponen en marcha su nuevo hogar.
El aire que se respira en Moresby no es siempre el más saludable, pero a Bernard le parece, en cambio, el aire más puro que ha respirado nunca, el aire de un poco de libertad.
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